…Hoy estuve conversando con una persona muy querida para mi, alguien que considero de manera muy especial y a quien siempre tengo presente en mi mente y mi corazón por el simple hecho de haber compartido sus ocurrencias, experiencias y confidencias desde hace aproximádamente un poco más de tres años (aunque aún no he podido tener la suerte de estar frente a ella siento como si la conociera de toda la vida); hemos pasado horas de horas de amena charla ya sea por el chat al que tan acostumbrados nos tienen estos tiempos modernos y como no, tambien por medio del teléfono las veces que hemos podido (aunque hablando con la verdad ella es la que más ha podido ya que nuestra menguada economía nacional no nos permite «abusar» del teléfono), y en todo este tiempo hemos pasado buenos momentos y malos momentos, hemos llegado a conocernos tan bien y como no, también hemos llegado a pelearnos dejandonos de «hablar» por dias e incluso meses, aunque al final volvemos por nuestros pasos y retomamos esa bonita amistad que nos ha pemitido crecer como personas todos estos años. Esta personita a la cual le estaré eternamente agradecido por el sólo hecho de llamarme su amigo me hizo reflexionar mucho el día de hoy cuando en medio de una plática de las que ya estamos acostumbrados a tener me hizo caer en la cuenta de todo el tiempo que llevamos de conocernos y de todo lo que hemos vivido cada uno desde nuestro pequeño rinconcito del mundo, me hizo sentir cuan rápido pasa el tiempo y cuan ocupados pasamos nuestras vidas haciendo cosas que la mayoría de las veces no son importantes, dejando de lado lo que verdaderamente importa en nuestras cortas vidas, en este efímero paso por el mundo.
Cuantas veces escucho a muchos de mis amigos o familiares hablar sobre lo bien que sería tener un auto del año, o que bien que sería tener aquellas ropas de diseñador que tanto anhelan, o quizas esa tele de plasma de 42″ que vieron en el comercial del otro día, o comprar una casa más grande, o si ya tienen todo lo que medianamente haría felices a aquellos que nada tienen pues simplemente pierden el sueño porque el dinero no les alcanza para llevar un ritmo de vida digno de un empresario de una mega corporación, pero ninguno de ellos se preocupa verdaderamente de lo esencial, de aquello que vale la pena y que encierra el secreto de una vida feliz y plena. Cuantas veces se han despertado por la mañana y le han dicho a quienes aman cuanto en verdad los aman?, cuantas veces han sentido la imperiosa necesidad de darles un abrazo a sus hijos, hermanos o padres (aquellos que aún gozán de su compañía) y demostrarles que su cariño no se limita a darles todos aquellos bienes materiales que quizas no tuvieron de pequeños? …simplemente una demostración de amor verdadero para con los que en verdad aman. Muchos decimos preocuparnos por el prójimo y afirmamos que somos seres humanos pero evitamos comportarnos como tales, en la realidad nuestros actos diarios distan mucho de lo que decimos, desde el simple hecho de algo tan elemental como el de ceder el paso a alguien que va por la acera o brindarle el asiento en el bus o el micro a alguien que verdaderamente merece sentarse (todos nos creemos con el derecho a ese asiento, pero pocos son los que demuestran que los demas les importan), o como cuando permitimos que en los semáforos existan niños que son obligados a trabajar durante lo que debería ser la época más feliz de sus vidas, o cuando permanecemos inmutables ante cualquier tipo de abuso cometido contra otro semejante. Yo sé que habrán muchos que dirán que el mundo es cruel y que nadie lo va a cambiar, ejemplos sobran en este planeta para afirmar eso, pero si cada uno de nosotros hacemos algo diariamente para cambiar ese inhumano comportamiento estaremos contribuyendo a que esta vida sea un poquito mejor para alguien no tan afortunado como nosostros; no basta con decir que somos seres humanos, sino que hay que demostrarlo con cada acto de nuestras vidas, con cada pequeño detalle que a la larga redundará en nosotros y en aquellos que amamos. Una vez una persona mayor y con mucha más experiencia que yo me dijo que todo lo que haces en la vida te regresaba, sea esto bueno o malo, me hizo reflexionar mucho con esas palabras y desde entonces he tratado de poner en práctica aquello de «hacer el bien sin mirar a quien», algunas veces con éxito y otras llevándome uno que otro fiasco, pero siempre siendo consecuente con esa forma de vivir. Nadie te dice que seas un santo o un defensor de la justicia ya que esos personajes son contados en la historia, no todos tenemos lo necesario para ser parte de esos «escogidos», pero al menos puedes tratar de demostrar con pequeños actos diarios que te importan los demas, empezando por tu propio hogar, viviendo plenamente y respetando a los demas en el trabajo, en tu centro de estudios o en la calle.
Yo sé que más de uno pensará «que soñador es este tipo» o quizas dirán «como se nota que no te han hecho nada malo aún» ante lo cual sólo diré que también me ha tocado encontrarme con gente que por acción u omisión me han hecho pasar más de un mal rato, mas eso no ha hecho que me vuelva una persona rencorosa (no lo voy a negar, la palabra venganza ha pasado más de una vez por mi mente), pero el tiempo y lo poco que he podido vivir me han enseñado a perdonar y hasta llegar a tratar de comprender los motivos que los hicieron actuar así, dejándole sólamente al tiempo que se encargue de todo (rectificando en la medida de lo posible cualquier mal cometido claro), por lo tanto en mi legítima defensa diré que soy un soñador sí, pero un soñador consciente de que es posible hacer el bien y enseñar a los demas en el intento. Además viviendo de esa manera estarás demostrando tu verdadera condición de ser humano y marcando la ruta para aquellos que algún día caminarán por tus pasos, tus propios hijos claro.
Quiero creer que el día que exhale mi último suspiro (y espero que sea dentro de muuuuucho tiempo), pueda irme tranquilo de este mundo sabiendo para mis adentros que traté de llevar una vida buena y que mis buenas acciones fueron mayores que mis pecados cometidos sin que ello implique aceptar que haya una recompensa esperándome en el más alla (o siquiera que exista un «más alla»), sólamente el simple y sencillo hecho de ser recordado de buena manera por todos aquellos que tuve la suerte de conocer durante mi fugaz paso por este mundo servirá para darme por bien servido… y sobre todo saber que directa o indirectamente contribuí a hacer de este mundo un lugar mejor para todos, por más insignificante que haya sido mi aporte, porque al final… sólo soy humano.
Rafael
P.D.
…Y tener la dicha de poder abrazarte algún día siamesa… Espero que alcances tus sueños niña, siempre estarás presente en mi corazón…
Excelente post!!
Que buena reflexión mano!
Me complace que les haya agradado el post amigos, muchas gracias por los comentarios.
Saludos
Rafael